Mis últimos días. Invasiones Bárbaras


Invasiones bárbaras es el título original que no ofrece muchas pistas sobre aquello que trata la cinta. Tal vez por ello los distribuidores decidieron el título añadido de los últimos días. Hay un juego de ideas —al respecto de las históricas invasiones bárbaras— que Remy mantiene con otros de sus compañeros maestros y amigos. Podría tener significado también en esa irrupción que, en los últimos días, tiene ese vástago que de una y otra manera fue considerado como bárbaro por su padre.

Difícil mirar esta película y no quedar con algún sentimiento fuera de sitio. Buena cinta que, como los buenos libros, son importantes en la medida en que nos transforman. Por temática y origen no es de las películas que arrasan, así como las invasiones bárbaras, con Oscares y taquillas. A pesar de ello se mantuvo un buen tiempo en cartelera y ahora puede ser localizada en los clubes de video.

¿Sus méritos? ¿Sus premios? Muchos y con certeza seguirán otros más. Parte de la lista es la siguiente:

2003 Ganadora del festival de Cannes al mejor guión y mejor actriz. También nominada a la "Palma de oro"
2003 Ganadora en el festival europeo por mejor guión
2003 Ganadora en National board of review por mejor película extranjera
2003 Ganadora en la Sociedad de Cine de San Diego por mejor película extranjera. 2003 Ganadora en la Asociación Crítica de Toronto por mejor guión
2003 Ganadora en el Festival de Cine Internacional de Toronto
2004 Nominada en los Globos de Oro por mejor película extranjera
2004 Nominada en los premios OFCS por película extranjera

Ficha técnica:

Título: Mis últimos días. Invasiones bárbaras (Les invasions barbares)

Guión y realización: Denys Arcand

Actores: Rémy Girard, Stéphane Rousseau, Marie-Josée Coze, Marina HandsDorothée Berryman, Johanne Marie Tremblay, Pierre Cursi, Yves Jacques

Música: Pierre Aviat

Producción: Cinémaginaire Pyramide Productions

Coproducción Canada/Francia

Año: 2003

Duración: 95 minutos

Clasificación: C






En esta película franco-canadiense Remy es un hombre que en la edad madura ha de enfrentar la muerte ante la evidencia de un cáncer que se encuentra en fase terminal. Como saldo, una vida no muy afortunada, al menos desde la perspectiva tradicional de lo que debe ser una existencia tranquila ordenada y feliz.

Divorciado y con una larga lista de romances pasajeros, aventuras. Padre de dos hijos ya adultos, a los que la propia historia familiar ha hecho distanciarse, no sólo en lo afectivo, sino también en lo geográfico con océanos de por medio.

Sebastián, el hijo varón, se resiste a regresar al hogar para acompañar a su padre en los últimos días. Recuerda que en el último encuentro, años atrás, estando juntos tan sólo 15 minutos, no lograron intercambiar ni una palabra.

Con esta breve sinopsis, Invasiones bárbaras podría parecer uno de esos melodramas con cierta carga de sensiblería temática en la que uno debiera dejarse tocar el corazón ante el reencuentro de padre e hijo, para terminar liberando el llanto al morir el protagonista. Claro, y de inmediato tomar la determinación de llamar a mamá o a papá, por si fueran sus últimos días.

Nada de eso. Lo delineado en la historia no es otra cosa que el pretexto para reflexionar acerca de nuestros aprendizajes afectivos, que suelen ser también extensivos cuando la vida nos pone en la circunstancia de relacionarnos con otros, como padres, como hermanos, hijos y amigos.

Remy es un sapiente maestro universitario. Sebastián, el hijo, en cambio, no ha completado la lectura de un solo libro, como suele suceder con muchos de nuestros profesionistas que no tienen reparo en estudiar lo que a su campo compete, pero nada más. El padre tiene un sueldo modesto, como los que en todo el mundo reciben quienes se dedican a la enseñanza. Su hijo, como profesional financiero, recibe en un sólo mes la cantidad que Remy ganaría en un año.

El profesor desprecia al joven por su utilitario oficio y deleznable bagaje cultural. El segundo desprecia al académico que, en idealismos y devaneos intelectuales, ha vivido como quien hace una raya en el agua. ¿Suena conocido? Quizá no los mismos personajes o los mismos conflictos, pero seguramente sí la incapacidad para entender al otro y construir los puentes de cercanía para una afectividad que existe pero no encuentra camino.

Remy enseña y aprende, al convivir obligadamente con el hijo, ya no en una relación en la que el adulto impone, sanciona, educa, dirige y a veces descalifica, sino en un plano de igualdad. Sebastián también enseña y aprende, mira lo que como niño o adulto no podía comprender, eso que sólo se devela en una relación de igual a igual.

Ambos descubren en el otro lo que suponían inexistente: calidad humana y capacidad para desenvolverse bien en aquello que cada uno por su cuenta decidió hacer. Encuentran que ninguno es mejor que el otro, son simplemente diferentes. Averiguan que el opuesto no sólo tiene las características y peculiaridades que pueden desdeñar, sino también cualidades y atributos dignos de amar.

Por cierto que, en una de las últimas escenas, la cámara recorre el librero del maestro y se posa en los títulos de algunos ejemplares. ¿Será una recomendación indirecta del autor hacia la lectura? Si lo desea averiguar, aquí quedan consignados:

Levi, Primo: Si fuera un hombre
Cioran, E.M: Historia y utopía
Solzhenitsyn: Alexander: El archipiélago del Gulag
Pepys, Samuel: Diario II


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