BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA/ BUDA EXPLOTÓ DE VERGÜENZA

Esta película aborda, entre otros temas, el derecho de las niñas a la educación.

Sinopsis: Bajo la estatua del Buda que destruyeron los talibanes, aún viven miles de familias. Baktay, una niña afgana de seis años, es incitada a ir a la escuela por el hijo de sus vecinos que lee los alfabetos frente a su cueva. De camino a la escuela, es acosada por unos niños que juegan de forma cruel reflejando la sociedad tan violenta que los envuelve. Los niños pretenden lapidar a Baktay o destruirla como el Buda, o dispararle como hicieron los americanos en el laberinto de cuevas. ¿Será capaz Baktay de superar estos obstáculos para poder aprender los alfabetos en su lengua materna?

2007. Irán, Francia. (81 min.) Para todos los públicos. Dirección: Hana Makhmalbaf. Guión: Marziyeh Meshkini. Intérpretes: Nikbakht Noruz (Baktay), Abdolali Hoseinali (chico talibán), Abbas Alijome (Abbas). Berlín 2007 : Premio del jurado infantil, Premio de la paz ; San Sebastián 2007 : Premio especial del jurado, premio Otra mirada TVE.

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Reseña 1: Aprender a vivir también duele

Viernes, 11 de Febrero de 2011

Por: Mario Abner Colina I Agencia Reforma
Nacida dentro de una familia de cineastas, era natural que la iraní Hana Makhmalbatf se dedicara al séptimo arte.

Lo que no es tan normal es que apenas a sus 19 años rodara un filme tan intenso como Buda explotó de vergüenza, emocionando a las audiencias y las críticas de festivales como Montreal, Tokio y San Sebastián.

Su trabajo, nada pretencioso a nivel formal y con ciertos aires de documental, explora cómo el dolor y la violencia hacen fuertes raíces en ciertas culturas.

Ubicada en Afganistán, un territorio que en muy poco tiempo atestiguó gobiernos locales, ocupaciones comunistas y estadunidenses, así como conflictos entre talibanes radicales y ciudadanos laicos, la trama pone la lupa en los ojos inocentes y tiernos de una niña, de nombre Baktay (Nikbakht Noruz), quien, como muchas familias, vive bajo la estatua de Buda destruida por talibanes.

A sus seis años es amable, activa y atenta. Sumida en la pobreza, un día escucha que el hijo de su vecino tiene un poder fenomenal: puede leer. Entonces, consagra su existencia a un nuevo sueño, ir a la escuela, y trabaja arduamente vendiendo huevos de gallina para comprar su primer cuaderno.

Pero un deseo tan sencillo en un país traumatizado por el dolor se torna una odisea imposible cuando la pequeña Baktay es acosada por una pandilla de niños que juega a comportarse como violentos adultos que los rodean, envenenados por las guerras.

Con sólo una cámara y nada más que la luz natural y la destreza de sus pequeños actores -no profesionales-, particularmente la enternecedora Nikbakht Noruz, Makhmalbaf teje un filme que puede emparentarse con películas como Las tortugas pueden volar, de otro iraní, Bahman Ghobadi, quien disecciona los efectos de la violencia en la infancia; o como Ni uno menos, poderoso relato del famoso Zhang Yimou, que hace énfasis en cómo la pobreza es un pesado lastre para que los niños chinos salgan adelante en sus estudios.

Buda explotó de vergüenza es una cinta por momentos divertida, por momentos tierna, pero en otros no tiene empacho en ser cruda para mostrar su mensaje: la violencia hace a todos víctimas.

 

Reseña 2: 'Buda explotó por vergüenza', la guerra no debería ser un juego de niños

La película franco-iraní ‘Buda explotó por vergüenza’ (‘Buda as sharm foru rikht’), de Hana Makhmalbaf, nos cuenta la odisea de una niña afgana para comprar un cuaderno –‘El cuaderno’ es el título que la película tiene en Francia— y asistir a la escuela. Ya que no tiene lápiz, decide llevar el pintalabios de su madre, lo que provoca que unos niños, que juegan a ser talibanes, decidan apedrearla. Los niños de la aldea juegan a la guerra con ramas que hacen pasar por fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo es de pega: en este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a Baktay, ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos para reteneralas varían entre que opinan que una niña no debería ir a la escuela o que las pequeñas tienen los ojos demasiado bonitos.

Es increíble pensar que la directora de ‘Buda explotó por vergüenza’ tenga ahora 20 años, es decir, que probablemente comenzó el rodaje con 17 ó 18. Increíble porque el film está construido de manera magistral para que funcione a varios niveles. El guión de la madre de la directora, Marzieh Makhmalbaf, puede ser lo que aporte este inteligente paralelismo, pero da la sensación de que no se trataba de un guión de hierro, sino de mucho material rodado al que se le dio forma en montaje. Esto se percibe en que algunos detalles quedan sin resolver y en que se encuentran entre el material de prensa fotografías de escenas que no tienen lugar.

Todo el film es una continuada metáfora, o quizá una alegoría, sobre la vida de las mujeres en esas comunidades, la guerra y la ausencia de libertad que supone convivir con los talibanes. Casi cada una de las frases que pronuncian los dos niños protagonistas podría servir para resumir el mensaje de la película: “No me han enseñado nada, he aprendido sola”. “Baktay, muérete, si no te mueres, no serás libre”. “No quiero jugar a apedrear”. “No me gusta jugar a la guerra”. Se ponen los pelos de punta sólo de escribir las frases, que podrían ser sólo inocentes expresiones dichas por niños muy pequeños, pero que están cargadas de sabiduría.

Por ello, en l nivel más profundo, la película está repleta de contenido, no existe una escena que no esté transmitiendo ideas o sirviendo de protesta. Y en el más visible, la historia de Baktay, la niña que quiere ir a la escuela, es emotiva y cautivadora. Existen unas cuantas escenas que son divertidas y muy curiosas de ver, mientras otras hacen que se encoja el corazón.

Aunque esté grabado en vídeo, los planos son de enorme belleza. La directora hace un gran trabajo y las actuaciones de todos los niños y niñas son plenamente realistas, quizá porque les ha dejado comportarse como son ellos mismos. La elección de la niña protagonista, Nikbakht Noruz, es perfecta, pues basta con ver su cara o con escucharla hablar para temer por ella y sentirse en auténtica tensión por lo que le pudiese pasar. Dan ganas de entrar en la pantalla y sacarla de allí como sea.

Una película muy inteligente que demuestra cómo se pueden presentar las atrocidades y protestar contra ellas sin mostrarlas directamente y sin caer en el dramatismo exacerbado. Makhmalbaf nos hace ver con ‘Buda explotó por vergüeza’ que estas situaciones se pueden plasmar incluso con humor, pero eso no quiere decir que el film esté exento de momentos duros.

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Críticas:

En en espacio Web de Film affinity, encontrarás 53 críticas que usuarios de esta película han dado sobre ella:




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